LA CONVERSACIÓN AGRADABLE ATRAE MUCHOS AMIGOS…
Y al que habla amablemente todos lo saludan. Este título y su continuación es un enunciado bíblico tomado del libro de Eclesiástico capítulo 6 versículo 5, el cual nos invita a ser cada vez más amigos del mundo a través de nuestra relación con ellos cuidándonos del buen uso de la palabra. Más adelante el mismo libro continúa: “…un amigo fiel es una protección segura; el que lo encuentra ha encontrado un tesoro”. Y es que es verdad que al hecho de tener un amigo sincero no se le puede poner precio, pero sí sabemos que vale mucho. Conviene fortalecer las relaciones de amistad a través del continuo trato con nuestros seres queridos, teniendo en cuenta muchas cosas que son importantes a saber: Sus gustos, sus preferencias, su vocación, sus mayores complacencias, sus momentos más necesitados para asistirle en ayuda… Son muchas las cosas a tener en cuenta de nuestros amigos y su entorno por ejemplo, una voz de aliento y una sorpresiva llamada sí que llenan el vacío que otros poseen y a veces ni siquiera nos damos cuenta de ello; a partir de un trato ameno, una agradable compañía fundando nuestras conversaciones en temas de interés mutuo, aconsejando si es el caso y dialogando con verdadera correspondencia; interesándonos con sinceridad en esa persona a la cual nos dirigimos estamos sacando el mayor provecho a las relaciones de amistad que a diario vivimos y no nos damos a veces por enterados cuanto valor encierra el apoyo y motivación en uno u otro asunto que a veces damos a nuestros semejantes más inmediatos o bien el apoyo y fortaleza en difíciles circunstancias que a veces recibimos por parte de ellos de un manera benévola. Retomando el asunto de las conversaciones agradables, vale la pena destacar cómo es que a veces muchas personas dejan ir el tiempo tratando nada más que tonterías, simplezas y asuntos sin valor, a veces hasta se reúnen sólo para denigrar de los demás y lo único que hacen es destruirse a sí mismos y por consiguiente destruir la sociedad. La invitación para que cada vez pensemos muy bien qué valor encierra todo aquello que nos disponemos a hablar y recordemos que en últimas lo que decimos ante los oídos de los demás, eso justamente lo que decimos, de quien primero habla es de nosotros mismos, pues frente a todo aquello que decimos nuestro interlocutor lo primero que hace es formarse una idea más concreta de quienes somos a partir de qué, cuánto y cómo decimos de los demás. Procuremos filtrar nuestras palabras a fin de que sean del mayor provecho y no afectemos a otros con ellas; ojalá tengamos siempre la oportunidad de preguntarnos si lo que hemos de decir a otras personas es bueno para ellas, si sirve o no o hasta qué punto le afecta o afecta nuestra relación con ellas o con los demás. Por ultimo y recordando cómo alguien ha dicho que: “Los libros son hijos de los libros”, quiero retomar una frase de la obra titulada 100 fórmulas para llegar al éxito de Eliécer Sálesman: “Si hablas, que sea para decir algo mejor que el silencio”.
Por:
ORLANDO GIRALDO ARANGO, OGA. Escritor y conferencista colombiano